Es muy probable que al escuchar la palabra “Botox”, lo primero que se nos venga a la mente sean inyecciones y rostros estirados. Pero ¿realmente se limita solo a esto? Anímate a conocer grandes aspectos de esta famosa sustancia.
Es importante saber que el Botox es una marca comercial muy famosa, por no decir que se considera la más conocida a nivel mundial. La Toxina Botulínica Tipo A es en realidad la estrella del show. A pesar de estar elaborado a partir de una bacteria letal que funciona como agente de intoxicación y envenenamiento, su uso en aspectos clínicos y estéticos ha sido de gran utilidad.
La capacidad que posee la toxina botulínica de generar parálisis muscular hizo del Botox, desde hace varios años atrás, el producto perfecto para las personas que desean borrar líneas de expresión y arrugas de su rostro. Su uso no se limita solo a este tipo de procedimientos estéticos, pues también es muy útil en el tratamiento de otros males tales como:
- Estrabismo: condición que impide la alineación de los ejes oculares con un objetivo fijo. El procedimiento consiste en inyectar en partes específicas del ojo una dosis de la toxina.
- Migraña: fuertes dolores de cabeza que pueden estar acompañados de náuseas y vómitos. Los especialistas aplican la toxina de manera intramuscular con poca profundidad en varios puntos de la cabeza, incluyendo la frente y sienes.
- Hiperhidrosis: desorden de sudoración en diferentes partes del cuerpo, sobretodo en pies y manos. La Toxina Botulínica funciona como inhibidor de las señales químicas transmitidas por los nervios en el proceso de sudoración.
- Distonía: trastorno que causa espasmos musculares que pueden ser dolorosos. El Botox actúa como relajante de las contracciones involuntarias donde se administra.